domingo, 6 de abril de 2025

EL MILAGRO DE TRUMP: HA CONVERTIDO A TODO EL MUNDO AL LIBRE COMERCIO.

 Era el año 1981 cuando publiqué (gracias a la generosidad de Alberto Benegas Lynch padre) mi libro Introducción a la Escuela Austríaca de la Economía. 


Fue un libro medio adolescente, pero aún puede servir. Por por mis venas ya corrían Mises, Hayek y Rothbard. El cap. VII era sobre comercio exterior. Este era el índice del capítulo: 1) Concepto; 2) Fundamentos; 3) El equilibrio natural de la balanza de pagos; 4) Tipo de Cambio: definición y efectos de su control; 5) La protección arancelaria; 6) Derogación de un arancel: efectos; 7) Intentos  de justificación de la autarquía: la teoría de la dependencia y el deterioro de los términos de intercambio". 
Estos eran algunos de sus párrafos:
 "...Lo que en comercio interior llamamos compras y ventas, en comercio internacional lo llamamos importaciones y exportaciones. Y así como en comercio interior nunca nos preguntamos si es "mejor o peor" comprar que vender o viceversa, porque sabemos que no puede existir una cosa sin la otra, tampoco tiene sentido preguntar si la exportación "es mejor" que la importación o viceversa, pues la una es tan importante como la otra. Si no podemos vender, tampoco podemos comprar. De igual manera, si no exportamos no podemos importar, y si no importamos no podemos exportar. Exportación e importación son las dos caras de una misma moneda. Mediante la primera vendemos aquellos bienes que tenemos abundantemente porque nos resultan fáciles de producir, y con la segunda adquirimos aque¬llos que nos resultarían sumamente costosos de fa¬bricar en el país. Todos nuestros recursos, debemos -si queremos economizarlos- concentrarlos en aquellos bienes para los cuales tenemos mayor eficiencia productiva; concentrarlos en aquellos para lo cual somos ineficientes es deseconomizarlos, esto es, derrocharlos, con la consiguiente baja en el nivel de vida."
 Otro: "...Por otra parte, observemos que la concepción de que exportar es bueno e importar es malo conduce sencillamente a convertir al comercio en una guerra. Todos los países querrán exportar; pero una exportación del país A supone una importación en otro país B, cosa que el país B no deseara, y tratará de "contraatacar" exportando a A, cosa que para A será terrible pues significa una importación. Estos criterios, pues, hacen imposible el comercio, conducen. a la autarquía y al aislamiento, con las desastrosas consecuencias que señalamos acerca de la economización de recursos". 
Otro: "...Supongamos que la industria nacional de automóviles nos provea de ellos a $ 50 por unidad, mientras que importados costarán $ 10. Se deroga el arancel y el mercado se inunda de automóviles a $  10 por unidad. El consumidor, gastará $ 10 en vez de $ 50. Contará, por ende, con una diferencia de $ 40 que derivará hacia otras actividades o ahorrará. Estas nuevas actividades, presentes y futuras, contarán ahora con esos recursos y consecuentemente comenzarán a crecer, recursos que antes eran absorbidos por la industria ineficiente de automóviles. Dicha industria, pues, cerrará, pero crecerán y se desarrollarán otras, naturalmente eficientes, a las cuales irán los factores productivos -entre ellos el trabajo- que antes eran empleados, deseconomizándolos, en las industrias ineficientes de automóviles".

¿Para qué este recordatorio de obviedades?

Para que nadie crea que estoy de acuerdo con Trump.

Lo que sí me llama la atención es la retórica librecambista de la mayor parte de los anti-trumpistas furibundos, o sea, todos los del partido demócrata y los tan "liberales" funcionarios de la Unión Europea que AHORA se reasgan las vestiduras por lo que ellos han estado haciendo y peor durante décadas para sus propios países. Agreguemos ahora, a esta lita de campeones de la libertad, una verdadera liga de la justicia, como la película, a los super-héroes de Canadá, México........... Y de Latinoamérica y sus obsesivos presidentes y ministros socialistas, intervencionsitas, sindicalistas y empresarios amigos del poder............. Mejor no hablar.

Mi pregunta es: ¿qué autoridad moral e intelectual tienen AHORA esos paladines del comercio para protestar contra los aranceles que han defendido siempre? ¿De qué lo acusan a Trump? ¿De ser tan ignorante como ellos? ¿AHORA se dan cuenta de los perjuicios del proteccionismo? O, como un titular aparecido en "La Nación" (qué raro....), "amenaza al orden global". ¿Orden? ¿Qué orden? ¿La globalización de las regulaciones y de los controles Y DE LOS ARANCELES en las que estamos HACE DÉCADAS? ¿De qué orden global me hablan? ¿O creen que los TLC eran "libre mercado" cuando en realidad son miles y miles de páginas de nuevas regulaciones, ante las cuales era inútil siempre decir, precisamente, que deroguen unilaterlamente los aranceles?

DEROGACIÓN UNILATERAL DE ARANCELES: ESO es lo que los verdaderos pro-libre mercado hempos estado diciendo hace millones de años bajo la burla y la risa de todos, y también de supuestos economistas "serios" de derecha. ¿Y estas personas, ahora, tienen autoridad moral para oponerse al nacionalismo de Trump?

¿Se convencieron ahora del libre mercado? ¿Repentinamente? ¿Desde Marzo? ¿Han estudiado por primera vez a David Ricardo, a Adam Smith, a Mises? NO les creo. Odian a Trump, eso es todo. El día que Trump decida ayudar a las monjitas de la Madre Teresa, estarán en contra. Si Trump sale él mismo a dar de comer a todos los indocumentados, estarán en contra. Si Trump reza en público, estarán en contra. Si lo hace en privado, estarán en contra. Si obedece a un juez, estarán en contra. Si lo desobedece, también.

Los UNICOS que tienen autoridad moral e intelectual para criticar a Trump son los del Mises Institute, los del LewRockwell Institute, y demás personas e insticiones afines que siempre han defendido a la escuela Austríaca y al mercado libre. Pero no abundan. Nuevos conversos, por favor, no nos tomen por tontos. Son como si el Presidente de Cuba (el dictador asesino, mejor dicho) se pusiera a recitar a Jefferson. Vamos, por favor. Ok, claro que son unos maestros de la hipocresía y el engaño, pero lo sorprendente es que siguan engañando a mucha gente. 

Si fueran honestos, se callarían la boca.

Y leerían por primera vez a Adam Smith.




miércoles, 2 de abril de 2025

HACIA UNA COMUNIÓN INVISIBLE DE CATÓLICOS PERPLEJOS



Ya no me acuerdo en qué año de la década los 80 decidí subscribirme al L´Osservatore Romano en Español. Era caro, venía directamente de Roma. Pero lo esperaba con ansias. Todos los documentos importantes estaban allí. Los leía, los estudiaba, los vivía, los enseñaba, y en cuestiones opinables los respetaba y los tenía in mente. 

Era la época de Juan Pablo II, la época de los documentos de la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe, escritos por Ratzinger y firmados por Juan Pablo II. 

Fue una época gloriosa. Podía pasar cualquier cosa, cualquier católico podía decir cualquier cosa, la Iglesia podía recibir los más variados ataques, pero allí estaba Roma, allí estaba su Magisterio. No se jugaba. Las cosas eran claras y ante las locuras del mundo, la luz de Roma seguía prendida.

Luego vino internet, claro, y me acostumbré a vatican.va, a bajar, a imprimir, a hacer lo mismo. 

En Enero del 2013 yo estaba, como casi todos los Eneros, en la Universidad Francisco Marroquín, en Guatemala. A fines de ese mes, cuando estaba a punto de volver, me comencé a sentir mal y terminé internado con neumonía. Tuve que quedarme una semana más, en Febrero. Las autoridades de la UFM, como eran egoístas, cerdos capitalistas, liberales inmundos, anti-solidarios, asumieron todos los gastos, excepto el seguro privado que yo había contratado para una eventualidad así porque, claro, yo no presupuse que un Estado se haría cargo de mi salud. 

Tuve suerte, además, porque siete años después me hubieran enterrado en el centro de la Tierra. 

El cuadro fue grave y la fiebre fue severa. Un Miércoles o un Jueves, ya no me acuerdo, la fiebre comenzó a bajar y logré darme cuenta de las noticias que estaban pasando en un televisor que muy bien no se veía. 

Pero algo se escuchaba, y no podía creer lo que escuchaba. 

Benedicto XVI anunciaba su renuncia.  

Se me heló la sangre. Aún la estoy descongelando. 

Pasaron doce años y… La situación ha cambiado radicalmente.

Pasaron ya las épocas de L´Osservatore Romano impreso, el olor a tinta, las palabras claras y distintas de Veritatis splendor, Evangelium vitae, Dominus iesus

Ahora es despertarse y temblar de espanto ante cada noticia que se recibe del Vaticano. 

Pero ya pasó también. 

Ya no me asustan las noticias. 

Uso el plural porque estoy seguro de que hay muchos como yo. 

Estamos como María el pie de la cruz.

Creo que la analogía es válida.

María tenía en ese momento la fe de los pobres de Yahvé. No estaba aún la plenitud de la revelación, como en la Pentecostés que ella presidió, pero ella y los pobres de Yahvé esperaban contra toda esperanza.

El crucificado es ahora la Iglesia. 

Va a resucitar, sí, pero no sabemos cuándo.

Mientras tanto esperamos contra toda esperanza. Ya no leemos los nuevos documentos. Guardamos en nuestra memoria, en nuestros papeles y en nuestras computadoras, los documentos de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, seguimos el Catecismo de la Iglesia Católica de 1993 -a riesgo de ir presos en algunos países, y no me refiero a Corea del Norte-; los tratamos de seguir en nuestras vidas; vamos a Misa, nos conformamos con que al menos la Consagración sea válida; nos confesamos regularmente, tratamos de rezar. Y ya está. Nada más. 

No nos queda más que eso. No es poco. Pero no es la custodia paternal anterior.

Tal vez el mensaje de Dios es que, ante esta noche oscura de la Fe, sigamos teniendo Fe. Se acabaron los santos varones, se acabó el “confirma en la Fe a tus hermanos”; ahora mantendrás la Fe, aunque te hayan traicionado quienes debían custodiarla. 

Bueno. Dura prueba pero lo haremos. 

Mientras tanto, que digan lo que quieran y hagan lo que quieran. Secretamente, sin hacer ruido, sin organizar nada, sin fundar nada, en silencio, en el silencio de nuestras conciencias, no los escuchamos más. 

Y somos muchos. No necesitamos organización. Somos de aquí, de allá, etc., no importa.

Somos muchos, incluso los que se sentirán identificados con estas pobres palabras, pero nunca se atreverán a subscribirlas. 

Aquí seguiremos, esperando contra toda esperanza. 


lunes, 31 de marzo de 2025

Prohibido prohibir en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe

 De https://www.infocatolica.com/blog/espadadedoblefilo.php/2503310903-prohibido-prohibir-en-el-dica?fbclid=IwY2xjawJYL-1leHRuA2FlbQIxMQABHWnKZMacjMbF1kuGkQYDDzLnSsx6qt1rFJaki79_sQQkqwqgdBfdm-vT9A_aem__a2A_copSTx9SVHeznl0rA 


Prohibido prohibir en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe

En un artículo publicado hace dos días, Alejandro Bermúdez afirmaba que “el Vaticano abre las puertas al cambio de sexo”. Con ello se refería a que el cardenal Víctor Manuel Fernández intentó recientemente convertir en “doctrina” una “controvertida conferencia que dio en Alemania sobre cambio de sexo”.

Desgraciadamente, el artículo describía lo que en efecto ha sucedido. El cardenal Fernández ha publicado como documento oficial del Dicasterio para la Doctrina de la Fe una conferencia que pronunció en el país germánico, en la que repetía la doctrina de la Iglesia de que las operaciones del llamado “cambio de sexo” no están permitidas moralmente, pero, como novedad, introducía una excepción: el caso de “fuertes disforias que pueden llevar a una existencia insoportable o incluso al suicidio”. Es decir, cambiarse de sexo es inmoral a no ser que lo desees mucho, mucho, mucho de verdad. Puro sentimentalismo. Como si el hecho de que uno desee mucho pecar hiciera que el pecado fuese menos malo o incluso bueno.

Este tipo de “excepción” recuerda poderosamente a aquella otra que dice que está mal que un hombre se acueste con una mujer que no es su esposa excepto si se quieren mucho de verdad o a la idea de que abortar es malo excepto si a la madre le supone un daño psicológico el embarazo o a tantas otras excusas igualmente burdas. Ver que todo un Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe se rebaja a usar esas argumentaciones produce un cierto sonrojo. ¿Qué pensaran tantos buenos sacerdotes que se han pasado la vida explicando a la gente que esas excusas son solo un triste intento de engañarse a uno mismo?

La explicación que da el propio cardenal es sencilla: la “regla general” de la Iglesia no excluye que existan “casos fuera de la norma”, como los mencionados anteriormente.  Esta forma de argumentar no debería sorprendernos, porque proviene directamente de Amoris Laetitia, en la que se negó expresamente la existencia de actos intrínsecamente malos (es decir, que siempre son inmorales), contra lo enseñado por San Juan Pablo II (cf. Veritatis Splendor), por Benedicto XVI y por toda la moral de la Iglesia anterior, incluida la Palabra de Dios (cf. por ejemplo, los mandamientos de la Ley de Dios).

Como todos recordarán, la negación de la existencia de actos intrínsecamente malos dio inmediatamente lugar a la admisión a la Comunión de adúlteros sin propósito de la enmienda en diócesis de todo el mundo, incluidos la diócesis de Roma y el propio Vaticano. Asimismo, hizo que los numerosos obispos que habían rechazado públicamente la indisolubilidad del matrimonio durante los Sínodos de las Familias no fueran corregidos por ello. La misma argumentación hace entendible que, aunque el aborto en principio sea gravemente inmoral, el Papa pudiera elogiar a la más conocida abortista italiana como “una de las grandes de Italia hoy en día” o que desautorizara a los obispos que, con toda la razón del mundo, querían negar la comunión al presidente Biden, a la vez “católico” y furibundamente abortista. Antes de Amoris Laetitia, habría sido inimaginable que los miembros de la Pontificia Academia por la Vida defendieran los grandes errores modernos en ese ámbito, pero ahora hay miembros abortistas o favorables a la eutanasia o los anticonceptivos, porque no hay actos intrínsecamente malos y a veces eutanasiar a un enfermo o abortar a un niño puede ser algo bueno y la Voluntad de Dios. El mismo razonamiento se puede observar en Fiducia Supplicans, el documento vaticano en que se promovía la bendición de parejas del mismo sexo.

Las aplicaciones locales o de facto de obispos individuales y del mismo Papa son innumerables, pero podemos destacar la última en hacerse pública, ya que se refiere al tema que hoy tratamos: Monseñor Stowe, obispo de Lexington (Kentucky), lleva años apoyando y aprobando las pretensiones de una mujer que, tras someterse a una operación de cambio de sexo, pretende ser el primer ermitaño transgénero y se dedica a defender la integración de otras personas transgénero en la vida religiosa. El Papa, por su parte, recibió amablemente a la mujer y a unos cuantos de sus compañeros, que se presentaron ante el Pontífice como personas “transgénero” sin que él les corrigiera en lo más mínimo, y, como era previsible, salieron de la audiencia más convencidos que nunca de que el cambio de sexo es algo bueno y querido por Dios.

Así, las aplicaciones de Amoris Laetitia se van llevando a cabo poco a poco, en casos extremos o en cuestiones agradables para el mundo, de forma confusa o “pastoralmente", pero inevitablemente el gravísimo error de que no hay actos intrínsecamente malos va acabando con toda la moral. Es la grieta en el dique, que, si no se repara inmediatamente, va causando más y más grietas hasta que el dique entero se desploma. En efecto, aplicado a cualquier pecado, desde el divorcio hasta las relaciones del mismo sexo, pero también el robo, el asesinato, la explotación de los pobres o la pederastia, obliga a reconocer que no podemos decir que eso sea necesariamente malo. Quizá lo sea, pero, probablemente, si lo deseas mucho, mucho, mucho, a fin de cuentas resulte admisible. Frente a los pecados más horribles, lo único que puede decir la Iglesia desde Amoris Laetitia es “depende”, “quizá sea lo que Dios quiere” o “¿quién soy yo para juzgar?”.

Se ha extendido así entre mulititud de clérigos, teólogos y obispos la idea de que la ley de Dios, en lugar de ser perfecta y descanso del alma, en realidad es una pesada carga de la que debemos librarnos. En un curioso brote de neofariseísmo, la función de la Teología Moral y el Magisterio parece ser única y exclusivamente la búsqueda de trucos, excusas y argucias para no tener que cumplir las obligaciones morales que no nos gusten. Como decía Gómez Dávila, se pregonan derechos para poder violar deberes.

Nos encontramos ante el triunfo en la Iglesia de la moral adolescente, basada en el sentimentalismo desbocado, la ausencia de responsabilidad y eslóganes tontorrones como “prohibido prohibir”, “nadie puede decirme lo que tengo que hacer” y “mi caso es especial y no se parece al de nadie más”. Ierusalem desolata est. O, dicho en lengua vernácula, ¡qué bajo hemos caído!

Por desgracia, ante esta gravísima situación de destrucción de la moral católica, la mayoría de los responsables de alzar la voz guardan silencio. Por eso los demás nos vemos en la obligación de hablar, con respeto pero también con firmeza, para defender la fe que nos ha salvado y nos está salvando. Si estos callan, gritarán las piedras.

Recemos mucho por la Iglesia, por el Papa, por el cardenal Fernández y por todos los que, teniendo la obligación de hablar, prefieren callar, para que Dios los ilumine. Y confiemos en que, a pesar de todo, Cristo sigue guiando a su Iglesia y sus palabras no pasarán.

domingo, 30 de marzo de 2025

TODOS SOMOS EL HERMANO MAYOR

 TODOS SOMOS EL HERMANO MAYOR

(23-11-2019)


Una de los símbolos más reveladores de la naturaleza humana, en el Nuevo Testamento, es el hermano mayor de la parábola del hijo pródigo. 

Permítanme decir antes que una de las razones para la Fe del Cristianismo es la lógica del Evangelio: totalmente contraria a la lógica del hombre viejo después del pecado original. Todo lo que al ser humano, después de la caída, le parece sensato, razonable, es exactamente al revés en el Evangelio. Gracias a Dios, claro. 

Hay otra parábola donde esto se ve claramente: la de los viñadores. El que trabajó desde la tarde recibe igual que el que trabajó desde la mañana. ¿No nos parece injusto? Ni qué decir lo que hubiera dicho cualquier líder sindical. Máxime cuando el dueño de la viña responde como un malvado liberal: “¿Acaso no puedo hacer con lo mío lo que quiero?”.

Y algo que no es una parábola, el buen ladrón. “HOY mismo estarás conmigo en el paraíso”. ¡Hoy!!!! Mm……

Vamos, confesémoslo: nos parece injusto. Para la lógica del hombre justo, es injusto. Y todos lo hemos pensado así, siempre o alguna vez. Así que uno “se mata siendo bueno” todo el tiempo y finalmente en el cielo tendremos una nubecita dos ambientes, bien, ok, en fin, pero el delincuente ese y el vago aquel, que “hicieron lo que quisieron” toda su vida y “la pasaron bien” van a tener una nube con cinco ambientes, terraza, vista al mar, gimnasio y pileta. Bueno, ok, allá Dios con lo tuyo, pero en el fondo es injusto.

Eso sentimos. Eso pensamos, eso somos, después del pecado original. En el fondo la redención casi no nos llegó. Somos cristianos tristes, estoicos, murmurantes, habitamos un valle de lágrimas porque nosotros somos una lágrima viviente mezclada con una malévola pizca de resentimiento y envidia, en el fondo, al pecador, que “tan bien la pasa”.

Lo que el evangelio nos muestra es la infinita misericordia del Padre, que no nos termina de entrar, y también nos propone la alegría profunda, la felicidad inmensa, de ser Hijos de Dios. No la risa superficial, no el no sentir, no el no sufrir, sino el sabernos Hijos de Dios, con todo lo que ello implica.

Observemos lo que el padre responde al hermano mayor: “Hijo, tú siempre estás conmigo”. ¡TÚ SIEMPRE ESTÁS CONMIGO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ¿Nos damos cuenta de lo que eso significa? ¡Estar siempre con Dios!!!!!!!!!!!!!!! ¿No sería extraordinario? ¿Qué MAS podemos pedir que estar siempre con Dios? ¿Qué más puede pedir el amante que estar siempre con el amado? “Oh llama de amor viva -dijo San Juan de la Cruz, que se había dado cuenta de esto- que tiernamente hieres/de mi alma en el más profundo centro! /Pues ya no eres esquiva /acaba ya si quieres,/ ¡rompe la tela de este dulce encuentro! /¡Oh cauterio suave! /¡Oh regalada llaga! /¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado /que a vida eterna sabe /y toda deuda paga! /Matando, muerte en vida has trocado”. ¡Estar siempre con Dios, Dios mío!!! Pero no, lo vemos como algo monótono, aburrido, pesado, casi insoportable. Escaparse, en cambio, “pasarla bien”, y en todo caso volver cuando no tenemos ni las sobras de los cerdos para comer, es más cool, más Hollywood. Sin embargo, ese escaparse es precisamente lo terrible, y ese estar siempre es precisamente lo extraordinario. Pensamos que el hermano mayor ha tenido una vida ordinaria y es al menor que le sucede lo extra-ordinario, pero no: después del pecado original, lo extra-ordinario, es estar siempre con Dios, y lo ordinario es alejarnos. Y lo ordinario es no anhelar, precisamente, la inmensa felicidad de una vida dedicada al servicio del Señor, cosa que los samurai japoneses, sin ser cristianos, supieron ver. 

En la vida extraordinaria del servicio a Dios, si viene la fama, si Dios la permite, que venga, pero abramos el paraguas para no dejarnos inundar por la vana mirada de la ad-miración; y si viene la injusticia y la calumnia, que venga, porque sólo hay una mirada, que no ad-mira, sino que mira al corazón, que interesa: la mirada del Señor. 

Dado que casi todos hemos sido el hermano menor, porque vamos y volvemos una y otra vez, entonces estas reflexiones no nos llegan tanto, pero si alguno es el hermano mayor, yo, desde mi destierro, le digo: sé feliz, por favor, en la casa de Dios, de la cual nunca has salido. No pienses en la fiesta que de tanto en tanto tiene que organizarme nuestro Padre. Tú ya estás en gozo permanente, y eso, multiplicado por infinito, es lo que ni ojo vio, ni oído oyó, que Dios tiene preparado para los que le aman. 


LAS GUERRAS QUE PERDISTE MIENTRAS DORMÍAS, DE KARINA MARIANI

 Un libro de lectura indispensable: 

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