domingo, 27 de junio de 2010

SUPONGAMOS QUE KIRCHNER PIERDE, por Alejandro Sala

Publicada 21/06/2010 en . © www.economiaparatodos.com.ar


Empiezan a percibirse síntomas de que las fuerzas de oposición avanzan en su organización como alternativa política. ¿Qué escenario general y particularmente económico podría esperarse si el kirchnerismo fuera desplazado del gobierno?
Las fuerzas de oposición han avanzado bastante en su organización en las últimas semanas. La cuestión que era una preocupación –quién podría configurar un proyecto que pudiera desalojar al kirchnerismo del gobierno en 2011- empieza, incipientemente, a encontrar una respuesta. Se ha producido además un hecho no demasiado relevante en sí mismo pero de gran significación simbólica: la apabullante derrota del sector filo-kirchnerista en la elección interna del Partido Socialista. El socialismo no es un partido muy numeroso pero tiene una profunda identificación con la corriente ideológica a la que el kirchnerismo representa. A pesar de eso, el 90 % de sus afiliados se inclinaron por apartarse del gobierno. Esto demuestra que a los Kirchner no los apoyan ni siquiera los que coinciden ideológicamente con ellos.

Si este proceso avanza y se consolida, es un hecho que, en 2011, afortunadamente, los Kirchner dejarán el gobierno. El interrogante que se plantea, por lo tanto, es: ¿y a partir de entonces, qué? Seguramente, las próximas elecciones no serán ganadas por un nucleamiento que sea partidario de la plena aplicación de la economía de mercado. Lamentablemente, el pueblo –en contra de sus propios intereses- no votará en favor de una propuesta de orientación genuinamente liberal. A pesar de eso, es probable que la situación general mejore.

Por lo pronto, es seguro que el próximo gobierno va a tener un perfil mucho más democrático que el del kirchnerismo. Un factor determinante para que el actual gobierno esté perdiendo adhesiones es que sus métodos autoritarios no concuerdan con los sentimientos mayoritarios de la población, que aspira a que la convivencia encuadre dentro de los parámetros de la democracia. El perfil intolerante del matrimonio Kirchner –que en el caso de ella es mucho más acusado que en de él, aunque él es el ideólogo- es un factor determinante en la pérdida de consenso del actual gobierno.

Pero la cuestión que despierta los mayores interrogantes está referido a cuál sería el rumbo de la economía post-kirchnerista. Lo ideal sería que se aplique un plan basado en el libre mercado pero eso es inimaginable porque no hay consenso político para semejante iniciativa. Quienquiera que gane las próximas elecciones, la economía tendrá un sesgo intervencionista por la sencilla razón de que quien no reivindique dicha posición no ganará las elecciones.

Pero si uno de los rasgos de la política que se viene es un mayor grado de democratización, en contraste con los rasgos autoritarios del kirchnerismo, eso repercutirá en un menor grado de intervencionismo que el actual. Es bastante probable que pasemos del intervencionismo autoritario aplicado actualmente por los Kirchner (y representado por Guillermo Moreno) a algún tipo de “intervencionismo consensuado” donde los alcances y las formas del intervencionismo estatal sea definido de común acuerdo entre las partes interesadas. Por supuesto, esto traerá aparejadas interminables controversias y el resultado de todas las gestiones que se hagan será absolutamente incierto y, además, precario, porque está en la naturaleza de las cuestiones económicas que todos querrán un poco más de “torta” de la que tengan asignada y, entonces, surgirán los conflictos.

Es probable que haya matices en la política económica según quien sea el vencedor en las elecciones. No sería lo mismo un peronista que un radical y no sería lo mismo, por ejemplo, Reutemann que Solá ni Ricardo Alfonsín que Cobos. Es probable que el peronismo, que es un partido menos ideologizado –es decir, más pragmático, con todo lo que eso pueda tener de bueno o de malo según las circunstancias- sea más proclive a un menor grado de intervencionismo, no por convicción sino por tener más percepción para comprender los problemas que el intervencionismo desmedido traerá aparejados. Además, es legítimo creer que si el candidato peronista electo presidente fuera Reutemann, será un poco menos intervencionista que otros candidatos justicialistas. Del mismo modo, si el ganador de las elecciones fuera un radical, es probable que Cobos sea un poco menos intervencionista que Alfonsín. Estas especulaciones están basadas en los perfiles que cada uno de los pre-candidatos respectivamente presentan y, sin dudas, la forma en que se resuelvan muchas de estas cuestiones dependerá de las circunstancias concretas en las que el próximo gobierno deba operar.

Es improbable que la situación económica en general empeore con el alejamiento de los Kirchner del gobierno y es posible que mejore un poco, en particular, en el sentido de que se reduzcan los índices de inflación y que haya algo más de seguridad jurídica, al menos en sus trazos más gruesos. No es imaginable que un gobierno con un perfil más democrático incurra en los abusos desenfrenados que vienen crecientemente caracterizando al gobierno kirchnerista. Esos hechos le darán a la economía algo más de certidumbre, siempre, por supuesto, dentro del margen de imprevisibilidad que es característico de Argentina. Pero, al menos, no habrá espacio para los abusos más desmedidos porque el costo político de las decisiones más visiblemente arbitrarias desalentará al gobierno a incurrir en ellas.

Y un punto importante es que el clima general que cabe esperar probablemente sea más distendido, con mayor margen para debates con un espacio creciente para la racionalidad. Esto, naturalmente, no será un proceso rápido ni lineal –estará plagado de vacilaciones, contramarchas, desviaciones y demoras- pero, eliminados los abusos flagrantes y lindantes con la violencia que el kirchnerismo aplica, está en la propia naturaleza de los acontecimientos que los ánimos se serenen y las posiciones radicalizadas se moderen. En ese contexto, comenzarán a aparecer los espacios para revalorizar los principios económicos sanos, que producen resultados prácticos beneficiosos para el progreso general y la elevación del nivel de vida de la población. Es bastante probable que todo esto suceda de manera espontánea y, aparentemente, sorpresiva, aunque aquí estamos anticipando esa hipótesis, no porque seamos videntes sino porque las condiciones sociales tienden a la aparición de las condiciones para que algo así suceda.

Todo esto, naturalmente, depende de que Kirchner pierda en las próximas elecciones. Pero esa eventualidad empieza a dejar de ser una expresión de deseos y comienza a cobrar cuerpo, a partir de los avances en la organización de las corrientes opositoras. Por lo tanto, es pertinente un análisis preliminar de ese escenario imaginario. Con el transcurso del tiempo se irán “aclarando los tantos” y se podrá evaluar el tema con mayor precisión.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Por último, la casi segura derrota kirchnerista no se convierte ahora en una realidad solo porque la oposición di algunas muestras de unidad. Este proceso resulta ser obvio y natural, y es lógico que se desarrolle conforme al acercamiento de la fecha eleccionaria. La decadencia kirchnerista tuvo su mayor expresión política hace un año en las elecciones legislativas de la provincia de Bs. As., cuando su jefe político perdió frente a un recién llegado a la política. Por lo tanto, es razonable que la oposición siga apostando al inevitable desgaste de quien gobierna, esperando en segundo plano hasta pocos meses antes de la elección (hacer lo contrario, esto es, mantener un perfil alto opositor frente a un gobernante audaz e inescrupuloso como K sería muy torpe). Después de todo, ¿no fue ésta la estrategia que les dio resultado al (insisto) recién llegado a la política De Narvaez y sus “socios” políticos para derrotar a Nestor K en 2 meses de campaña? ¿Por qué debería cambiarse ahora, en situación aún más desfavorable para quien gobierna?

Saludos, Mariano

Anónimo dijo...

Respeto y saludo el comentario de Alejandro. A continuación expongo mis disidencias.

En primer lugar, no comparto la afirmación de que el pueblo vota en contra de sus intereses. En todo caso, votará en contra de los intereses de otros. Sin embargo, en una democracia, el interés mayoritario es el que se impone al resto. Por lo tanto, la minoritaria “elite” que defiende los postulados de la económica de mercado debería hacer una autocritica para evaluar los motivos por los cuales sus ideas no convencen a los ciudadanos ni a los políticos que conforman al pueblo argentino. Y por favor no subestimar al pueblo, ya que ese resulta ser el camino más sencillo y cómodo antes que aceptar las propias limitaciones. Luego, no resulta ser convincente la afirmación referida a que los candidatos políticos no defienden un programa liberal porque nadie los votaría. Al menos no fue lo que ocurrió con Carlos Menem, quien fue premiado con una reelección luego de haber gobernado en franca oposición a sus postulados de campaña.

Por otro lado, la certeza de que el próximo gobierno será más democrático que el actual no parece ajustarse a la realidad política que vivimos los argentinos luego del restablecimiento democrático. Una vez que los limites se corren, resulta difícil que vuelvan a su lugar. Sobre todo en un país con una cultura política autoritaria como el nuestro, lo cual va más allá de los kirchner. Por caso, los decretos de necesidad y urgencia, los superpoderes, la cooptación del poder judicial, la mentira, el clientelismo, la corrupción y otras prácticas lesivas del orden republicano no fueron inventos de este gobierno. Éste sólo se limitó a seguir haciendo lo mismo y, como sus antecesores, profundizó aún más la matriz autoritaria con el agregado de nuevas patrañas, lo cual, tranquilamente podría continuar con el próximo presidente.
Lo que sí es casi seguro (quizás Sala se refiere a esto), es que no tendremos en el atril presidencial a una persona que en sus formas sea tan autoritaria y soberbia como la actual presidenta (a excepción de la noble y luchadora Lilita). Sin embargo, esto es solo un detalle. A Kim Jong-il apenas se le conoce la cara, pero resulta ser un icono del autoritarismo.

Tampoco me parece que el clima político pos derrota kirchner será distendido. No al menos en el corto plazo. La importancia fundamental de que el matrimonio kirchnner abandone el poder en 2011, reside fundamentalmente en el mensaje republicano que la Nación le dará a la comunidad internacional por un lado y a los potenciales dictadores populistas que aspiran a ocupar el sillón presidencial por el otro. Es decir, el mensaje contundente será que la Argentina optó por un sistema político diferente al venezolano. Sin embargo, este hecho que sin dudas resultará ser auspicioso en el mediano y largo plazo, difícilmente pueda mostrar sus beneficios en el corto. En dicho periodo, es probable que las turbulencias políticas puedan llegar a abortar cualquier tipo de evolución política. Dichas turbulencias serán motorizadas intencionalmente por el poder kirchnerista pos gobierno, combinándose con la delicada situación en la que el actual gobierno dejará al Estado Argentino con la intención del “eterno retorno” y la casi segura ineptitud de la oposición para sortear las dificultades de gobierno. Esto último, incluso, será más evidente en el caso de que accedan al gobierno candidatos que carezcan de experiencia en el ejercicio del poder (por ejemplo, Alfonsín). En resumen, creo que si la argentina pos kirchnerista logra superar las dificultades en el corto plazo dentro de los limites institucionales, el actual matrimonio gobernante pasará a ser solo un mal recuerdo y la república tendrá otra gran oportunidad para desplegar su potencial y aprovechar la coyuntura mundial favorable. En caso contrario, un escenario parecido al del 2001 es totalmente factible.

Anónimo dijo...

Supongo que los Kirchner no se iran así nomas del gobierno. Las constantes muestras de violencia callejera promovidas desde el poder central son una muestra de que estan dispuestos a todo.

atte. Franco

Anónimo dijo...

En este país creo que nunca nos pondremos de acuerdo, porque desde el vamos, desde la misma base, nos encontramos en desacuerdo. Y si bien le debemos bastante de esta condición a nuestra intolerancia anti-democrática tradicional, no menos se debe a la existencia de ideas e ideologías diferentes, que proponen cosmovisiones del mundo dispares e irreconciliables.

Esta ultima palabra no debe alarmarnos, ni promover la intolerancia entre quienes queden de un lado y del otro. Hay cosas que jamas coincidirán; y si lo hacen, lo harán temporalmente, y en asuntos tangenciales. Es algo propio de la libre elección; estamos descartando todas las demás al momento de escoger una. Pero debemos RECONOCERLO, para no embarcarnos luego en un mar a contracorriente.

En el desarrollo de Alejandro, se ve una concepción económica que claramente no es compartida por un gran porcentaje de la población. De seguro que por otro gran porcentaje si lo es. Allí reside la cuestión, el problema que el sistema democrático viene a resolver, aunque sea de manera imperfecta.

Por ello, cuando Alejandro de las medidas económicas necesarias para el progreso de la Nación y de sus individuos, en vez de pensar en reducir la inflación y mas seguridad jurídica, a mi se me viene a la cabeza aumento de la productividad y de la tasa de beneficio.

Tal vez algunos pretendan seguir ganando 50, yo quiero ganar 100, y mañana 200, y así... ad capitalismum!