domingo, 10 de mayo de 2009

OTRA REFLEXIÓN SOBRE SANTO TOMÁS DE AQUINO

Les in-sisto (perdón) hoy con Santo Tomás de Aquino, reproduciendo un artículo que salió en La Escuela Austríaca en el s. XXI, (2009), nro. 13, publicación digital de www.hayek.org.ar, y que saldrá también en la página de Instituto Acton. Lo comparto con todos ustedes porque hay cosas que digo, creo, por primera vez: cuestiones de relaciones entre razón y fe, filosofía y teología, el tema político, la posible aplicación de una actitud muy propia de Tomás a las ciencias sociales de hoy, la exposición de su pensamiento sobre la base de dos estilos y una síntesis, y, de vuelta, qué podemos hacer con su pensamiento “hoy”. Es también una manera de explicar un modo propio, mío, de hacer filosofía, que deja extrañados a veces a amigos y a no tan amigos :-))
------------------------------------------



Santo Tomás de Aquino nació en lo que hoy es Italia en el castillo de Roccasecca, perteneciente a la poderosa familia de los condes de Aquino. Hay relativo consenso sobre que nació en 1224 y murió en 1274. Fue educado en una abadía benedictina, dando desde pequeño signos evidentes de inteligencia y piedad. La familia planificaba un futuro brillante para el niñito Tomás, dentro de la carrera eclesiástica. Pero Tomás tenía otros planes. Se hace dominico, esto es, entra en la reciente orden fundada por Santo Domingo de Guzmán, dedicada al estudio y la predicación. La familia se opone porque, en aquella época, esta nueva orden religiosa, junto con la franciscana, era como una especie de izquierda de la Iglesia, que trataban de volver al auténtico espíritu del Evangelio en contra de la degeneración de las costumbres que se manifestaba sobre todo en esas carreras eclesiásticas como la que la familia quería para su pequeño. De allí una de las principales anécdotas, siempre contada: la familia encierra en su castillo al joven Tomás cuando éste manifiesta su voluntad de “irse” con los dominicos, e incluso intentan convencerlo con métodos no del todo ortodoxos. Pero Tomás no acepta nada, sigue en lo suyo y finalmente “cuenta la leyenda” que algunos hermanos, con la tolerancia de la madre, ayudan a Tomás a escapar del castillo en cuyas afueras lo esperaban esos misteriosos frailes vestidos de blanco. Fin de su carrera eclesiástica.

Dentro de la orden fue un estudiante aplicado aunque muy callado. Sus dotes religiosas e intelectuales no escaparon a su maestro, San Alberto Magno, quien era uno de los audaces introductores de la metafísica y antropología de Aristóteles, hasta entonces manejada sólo por los árabes. En 1256 es nombrado “Maestro de Teología” y enviado a París, ciudad que junto con Nápoles y Roma constituyen los centros de su enseñanza y vida universitaria.

Santo Tomás no leía Griego. Un amigo de la orden y experto helenista, Guillermo de Moerbeke, le traduce al latín sistemáticamente casi toda la obra de Aristóteles, que circulaba desperdigada en traducciones árabes, persas, etc. Tomás comenta sistemáticamente todas las obras de Aristóteles. Quien tuviera en sus manos uno solo de esos comentarios ya lo vería como la obra de toda una vida. Pero además de todos esos amplios y detallados comentarios –donde Santo Tomás “traduce” Aristóteles al cristianismo-, 12 en total, escribe 9 “Cuestiones Disputadas” (que eran las obras típicamente universitarias de la época), 11 Comentarios a las Escrituras, 14 de lo que hoy llamaríamos “artículos” (opúsculos, tratados), 5 consultas, 16 largas cartas, 7 obras litúrgicas y sermones, y 3 síntesis teológicas, por las cuales es más conocido. Una de estas es la famosa Suma Teológica, una obra larguísima, cuasi interminable; bien, de hecho quedó inconclusa (muere antes de terminarla). A ello hay que agregar todo lo demás, en un lapso de 30 años aproximadamente.

Santo Tomás es el gran sistematizador de la teología católica. Su estilo es analítico pero no escribe tratados como a los que estamos acostumbrados desde la modernidad. Sus obras son largas colecciones de problemas concretos, uno tras otro, con sus respuestas, sus objeciones y sus respuestas a las objeciones. Tiene en cuenta siempre la opinión de todos los teólogos católicos que le preceden pero también la de los teólogos árabes y judíos, sobre todo Avicena, Averroes y Maimónides. En sus obras universitarias es muy detallista en la exposición de todas las opiniones; en sus síntesis teológicas es más conciso. De hecho su Suma Teológica es un manual para estudiantes dominicos, y su Suma Contra Gentiles sería –no se sabe muy bien- un manual para frailes predicadores en tierras árabes. Ninguna de sus obras tiene esa neta diferencia entre filosofía y teología que se usa después. El distinguía entre las conclusiones que tenían como premisa mayor a una verdad revelada y las conclusiones cuya premisa mayor era una verdad “de razón”, pero las usa al mismo tiempo. No define in abstracto sino que va construyendo sus profusas distinciones en relación a cada problema concreto que va tratando. Distinguía entre “Sacra Doctrina”, y la filosofía, sí, que para él era sencillamente la obra de los antiguos, sobre todo Aristóteles, a quien llama “el filósofo” (así como a Averroes lo llama “el comentador”). Toda su vida estuvo dedicada al estudio, la enseñanza y sobre todo a su vocación como fraile y sacerdote dominico. Nunca ejerció ningún cargo de gobierno en la orden pero sí intervino activamente en los debates universitarios de la época, a veces por pedido de sus superiores. Sus comentarios de Aristóteles eran muy de avanzada para la época, lo cual le valió graves acusaciones de alejarse de la ortodoxia católica y de hecho una famosa condenación de ciertas proposiciones filosóficas, por parte del obispo de París, parecían tenerlo a él claramente como blanco. Su maestro San Alberto Magno, extraño caso de longevidad para la época, tuvo que salir en su defensa, ya muerto Santo Tomás de Aquino, en un famoso concilio.

La gran originalidad de Santo Tomás de Aquino radica en dos “estilos” y en una síntesis teológica. Los estilos a los que nos referimos son: a) la armonía razón/fe. Ni se le pasa por la cabeza que razón y fe puedan estar separados. Las distingue, precisamente, para que puedan trabajar juntas. El camina directamente con las dos, como sus dos piernas de su larga caminata intelectual. b) La clara incorporación, a todo tema y problema, del orden natural de las cosas. El hace teología incorporando totalmente a la biología y fisica de su tiempo, sobre todo a través de la síntesis aristotélica-ptolemaica. Eso puede ocasionar problemas al intérprete actual, sobre todo para distinguir lo ya caduco de ese paradigma de las cuestiones estrictamente teológicas, y además porque incorpora un juego de lenguaje aristotélico para hablar de cuestiones metafísicas que Aristóteles no tenía in mente en absoluto. Pero la ventaja de ello radica en esta enseñanza: toda la revelación cristiana y la vivencia de lo sobrenatural no sólo es compatible sino que debe ser acompañada por la visión del orden natural de las cosas, porque dicho orden natural es creación de Dios y no puede presentar la más mínima contradicción con la revelación. Eso vale para hoy, y pensemos si trasladáramos ello a las ciencias sociales que Santo Tomás no conoció.

Su síntesis teológica no sólo sistematiza en un corpus unitario todas las piezas sueltas anteriores (desde la patrística en adelante) sino que además une en una sola metafísica a Platón y a Aristóteles. Se podría decir que Tomás es sobre todo un agustinista que agrega a San Agustín toda la “técnica” filosófica de Aristóteles, que no es poco. Pero los temas centrales, el “núcleo central” de lo que Tomás está pensando, son cuestiones que a ningún filósofo antiguo se le pudieron haber ocurrido. Santo Tomás piensa en la creación, como dar el ser de la nada; en la Providencia, donde la infalibilidad del conocimiento divino es compatible con el libre albedrío, el mal, la casualidad y la contingencia. Todo ello, por supuesto, tratado analíticamente con argumentos que provienen tanto de la razón como de la revelación. Es un error ver a Santo Tomás como un comentarista a Aristóteles que “además” hablaba de esos otros temas. Es precisamente al revés: hablaba fundamentalmente de todo ello “junto con” un tratamiento analítico de la terminología aristotélica que le permitió sortear temas en los cuales sus otros colegas teólogos habían quedado tambaleantes. De ese modo la relación entre Dios y las criaturas, tema que en el catolicismo no puede ir ni para el panteísmo ni para el deísmo, Tomás lo trata desde la “participación” neoplatónica junto con el tratamiento de la analogía de Aristóteles. O en su antropología teológica, donde el ser humano es desde luego la criatura intelectual y libre cuyo fin último es Dios, junto con la unidad psiqui-soma que proviene de Aristóteles. Nadie había hecho nunca antes esas síntesis. Santo Tomás se pasa su vida entera uniendo piezas sueltas que estaban separadas y que parecían irreconciliables. Eso también es un estilo de su modo de hacer teología y lo que hoy llamaríamos “filosofía”.

En temas sociales, Santo Tomás no se sale de su época, y se pronuncia con menos claridad y mayores ambivalencias. Miro con simpatía el trabajo de algunos colegas que quien encontrar en él a la economía de mercado y la democracia liberal, pero, para ello, vayan directamente a Mises y Hayek. Si, es verdad que tiene un famoso pasaje donde parece adelantar la teoría subjetiva del valor, pero a su vez cuando toca los precios en la Suma, se pregunta si es lícito vender algo “por encima de lo que vale”. Si, es verdad que en la Suma Teológica tiene pasajes donde defiende el gobierno mixto, y en ese sentido “el elemento” democrático, pero en su anterior tratado sobre el gobierno de los príncipes tiene una clara defensa de la monarquía de su tiempo que los franquistas “de este tiempo” supieron aprovechar bien haciendo una ensalada hermenéutica digna de la peor filosofía. No hagamos nosotros lo mismo. Lo que Tomás tiene para ofrecernos, para los problemas actuales, son elementos de su metafísica y de su síntesis teológica/filosófica, que fueron utilizados para cuestiones de su tiempo pero que por su profundidad sirven también para el actual. Su distinción entre lo natural y lo Sobrenatural se traslada a una más precisa distinción entre teología, filosofía y ciencias. Su tratamiento de la ley natural puede ser hoy uno de los fundamentos de los derechos humanos. Su distinción entre la ley natural y la ley humana puede ser hoy uno de los fundamentos del derecho a la intimidad. Su distinción entre el poder eclesial y el poder secular del príncipe puede ser hoy fundamento de la distinción entre Iglesia y estado. Su tratamiento de la propiedad como precepto secundario de la ley natural da un fundamento utilitario a la propiedad compatible con las ventajas que actualmente le damos para el cálculo económico. Su distinción entre el acto concreto de concebir y lo concebido lo pone en línea con Frege, con la primera etapa de la fenomenología de Husserl y con el mundo 3 de Popper. Su tratamiento de la acción humana como libre e intencional lo pone directamente en línea con una fundamentación antropológica de la praxeología. Y así sucesivamente. O sea: no tenemos que buscar en él la superficie de los temas. Tenemos que ir al núcleo central de su síntesis teológica/filosófica y traerla para nuestro tiempo, con cuidado, teniendo en cuenta que estamos saltando 7 siglos en una montaña rusa que da una vuelta desde el Sacro Imperio Romano Germánico hasta el mundo actual.

Santo Tomás de Aquino fue, ante todo, un fraile dominico. La gracia de Dios le dio una inocencia “de niño” (uso las comillas para que los freudianos me entiendan) y una bondad que maravillaba a sus compañeros de orden y a sus familiares. Su poder de concentración era enorme; “se dice” que dictaba 3 obras al mismo tiempo a su fiel compañero de orden y “secretario”, Fray Reginaldo. No se sabe si al final de su vida tuvo una revelación divina, o un derrame cerebral o un golpe cuando iba a loma de burro o las tres cosas (¿qué importa?), el asunto es que repentinamente dejó de escribir, diciendo que todo lo escrito le parecía sencillamente nada. Meses después, murió. Se cuenta que preguntaba permanentemente: “¿Señor, he hablado bien de ti, he hablado bien de ti?”

Su pensamiento ha sido utilizado actualmente para muchas cosas, hasta para cualquier cosa. No hagamos nosotros lo mismo. Yo espero, Santo Tomás, haber hablado bien de ti.


Gabriel Zanotti
Febrero de 2009.

------------------------------------------

Bibliografía: la bibliografía sobre Santo Tomás de Aquino, en cuanto a biografías, introducciones a su pensamiento y etc., es inabarcable. Voy a recomendar sólo tres obras. Por su cientificidad y rigor histórico, Weisheipl, J.A.: Tomás de Aquino, vida, obras y doctrina, Eunsa, Pamplona, 1994. Por su originalidad, Chesterton, G.K.: Santo Tomás de Aquino, Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1986. Por su relación a su situación histórica concreta, Pieper, J.: Filosofía medieval y mundo moderno, Rialp, Madrid, 1973.

19 comentarios:

oikos-pobierzym dijo...

Hola Gabriel; muy interesante tu reflexión acerca de Tomás de Aquino.

Brevemente 2 reflexiones:

"toda la revelación cristiana y la vivencia de lo sobrenatural no sólo es compatible sino que debe ser acompañada por la visión del orden natural de las cosas, porque dicho orden natural es creación de Dios y no puede presentar la más mínima contradicción con la revelación."

Me parece que desde hace tiempo que ese "orden natural de las cosas" fue puesto en cuestión; tanto por la filosofía, como por las ciencias. Esto se refleja en los medios de comunicación y en su interacción con la opinión pública.


Bueno, tengo otras cosas más para comentarte, pero comienzo con esto.

Decime que pensás.

Un abrazo

R.P.

Gabriel Zanotti dijo...

Hello colega!!!
La expresión "orden natural" fue por un lado muy politizada, y por el otro muy mal explicada por algunos tomistas. Te podrás imaginar que para mí, el método hipotético deductivo en las ciencias naturales es un intento siempre conjetural de intentar suponer qué es lo que Dios tiene in mente (y por eso, intento siempre falible). Pero también lo utilicé para dar el paso a las ciencias sociales, tema que en el tomismo como escuela quedó sencillamente detenido......................................

Anónimo dijo...

Que tal Gabriel . No me he unido a oikos para hacerte la vida imposible , es sólo que he vivido de y para la naturaleza muchos años y no entiendo en que consiste el orden natural . Más bien veo desorden natural . Si hay un orden lo veo más por el lado del deseo humano de la existencia de dicho orden natural .
Y si el "intento siempre conjetural de intentar suponer que es lo que Dios tiene en mente" , es sólo la expresión de tu deseo humano de la existencia de un orden natural ?
Un abrazo y sigo con el caos del Windows7 . M.S

Hugo Landolfi dijo...

El relato sobre la visión mística que le lleva a dejar de escribir es uno de los que personalmente más me impacta. El texto de Bartolomé de Capua en el Proceso napolitano de canonización donde dice lo que Tomás le responde a fray Reginaldo sobre sus preguntas respecto de por qué había cesado de escribir es el siguiente: "Después de lo que Dios se dignó revelarme el día de San Nicolás, me parece paja todo cuanto he escrito en mi vida, y por eso no puedo escribir ya más."No parece un texto que en todo caso fuera dicho por alguien con un derrame cerebral. La fuentes que aseveran el pasaje son varias, además de las del Proceso de canonización, están las "Fontes vitae S. Thomae" de Guillermo de Tocco.

Independientemente de que en el fondo la cuestión tenga cierta irrelevancia, como dice Gabriel, creo que, al menos para mí, tiene una importancia capital.

Una cuestión a remarcar es que Tomás dice: "no puedo escribir ya más", planteándolo como un impedimento y no como una falta de deseo. Dado lo que ha visto, ya no puede escribir, aunque quiera. Eso es lo que le responde en reiteradas veces a Reginaldo. Quiere, creo, terminar la Summa, pero "no puede". Eso le da mucha credibilidad al pasaje y lo enmarca dentro de toda una coherencia en el comportamiento del aquinate durante su toda vida.

Por otro lado, este texto es para mi un notable llamado a la "humildad intelectual". Creo que si la persona que construyó uno de los sistemas filosófico-metafísico más grandes de todos los tiempos, al serle revelada la "gloria del cielo" creyó que todo lo que había escrito le parecía paja, ¿qué nos espera a nosotros que no le llegamos ni a los talones al aquinate?

Cada vez que creo saber algo o dominar un tema me acuerdo de ese pasaje de Tomás, y se me pasa todo en seguida. En seguida me inunda la humildad intelectual.

Saludos, Hugo

oikos-pobierzym dijo...

Estimado Hugo: vos comentás que nosotros (ese nosotros puede hacer referencia a los filósofos contemporáneos más destacados) no le llegamos ni a los talones a Sto. Tomás.

La pregunta es (para Gabriel, para Hugo, o para quien quiera responderla): ¿carece del suficiente vuelo intelectual el pensamiento contemporáneo que no puede arribar al tema de Dios tan profundamente como lo hizo Tomás? o, bien: ¿dejó de revelársele Dios a los hombres (filósofos) del modo como lo hizo en aquellos tiempos?

Cualquiera de estas preguntas merece explicación e, inclusive, da para una profunda investigación.

Por otro lado Gabriel, ¿fue Santo Tomás el último filósofo Santo? Si no fie él..., por ahí le anda.

¿por qué no más santos (filósofos) en la modernidad?

Ok, da para entretenerse un ratito...

M.S. Yo no encuentro un "desorden natural" en la naturaleza..., lo que sí encuentro es mucho sufrimiento..., al menos me da esa impresión. Y un "orden natural" que admite eso me genera dudas existenciales. No sé si te referís en parte a eso.

Saludos a todos!

R.P.

Anónimo dijo...

Al menos en las ciencias médicas a todo sufrimiento o padecimiento como el que citás Ricardo , se lo denomina todavía "desorden" .

Un tsunami desata la energía de miles de bombas nucleares . Un meteorito pudo hacer desaparecer a los dinosaurios . Un incendio acaba con miles de Ha de un ecosistema que tardó miles de años en formarse . Etc , etc , etc . Todo esto puede suceder prescindiendo de la existencia humana , en cualquier momento y lugar .
Los misteriosos caminos de Dios ,
o los misteriosos senderos del Caos ? diría un periodista ateo .
La naturaleza tiene un orden misterioso para el hombre ? o más sencillamente , nunca lo tuvo y se rige por leyes poco previsibles ?
Saludo a todos . M.S

Gabriel Zanotti dijo...

Dear amigos,
muy buenos todos los comentarios; estoy esperando que lleguen más, por ahí hago un comentario general el Domingo.

Juan Manuel Bulacio dijo...

Apenas tenga un minuto me prendo...

oikos-pobierzym dijo...

Tradicionalmente la filosofía vislumbró un orden y de allí arribó a un "ordenador" (que denominó Dios). Esto sigue siendo válido, al menos hasta cierto punto.

No obstante, creo que el viraje dado en las últimas décadas, nos conduce más a relacionar la trascendencia (vislumbrada como vida y desborde de amor) con el misterio. Acá habría que aclarar bien el término "misterio" (que puede prestarse a equívocos).
Con todo, me animo a decir que la noción de misterio nos desliza desde nuestra perspectiva antropocéntrica y nos ubica en una posición más humilde. Vale decir, disloca -estremece- al sujeto cartesiano.

En ese sentido, creo que no habría contradicción entre la concepción de un universo imprevisible y una visión creacionista.

Obviaemente que todo esto merece mucha profundización.

Pero no veo por qué aquello que nos parece "caótico" no pueda ser "ordenado" para Dios...

Saludos!

R.P.

Anónimo dijo...

No habría contradicción entre la concepción de un universo imprevisible y una visión creacionista desde el punto de vista de alguien que cree en la existencia de Dios , pero desde la vereda de aquel que no cree , observo una grieta racional que voy a tratar de resumir , porque la filosofía debe cubrir a todos , no sólo a los creyentes .
Nos guste o no , disponemos sólo de nuestra limitada razón , que los creyentes sostienen que está hecha a imagen y semejanza de Dios , para resover estos problemas existenciales .

Cuando se sostiene que un Dios misterioso creó al hombre y el hombre le falló con el pecado original , desde una razón respetuosa de las proporciones y la simetría de las responsabilidades , debemos concluir que Dios creó a un ser fallado , que por más libre albedrío que tenga , no exime a Dios de la proporcional responsabilidad de la falla . Porque sino habría dos varas o criterios racionales . Uno para medir a Dios y otro al hombre . No creo que sea correcto .
Existe en cambio en el hombre el deseo por tener un criterio único de responsabilidad o culpa , que le permita una convivencia social en relativa paz productiva . En este sentido el papel de la idea unificadora de Dios ha sido fundamental . Esto está muy bien descripto en el Antiguo Testamento antes , durante y después de la entrega de los 10 mandamientos a Moises en el Sinaí .

La grieta se ve clara desde la vereda de aquel que no cree , pero quienes tienen fe parecen no percibirla o negarla . En cambio ven con claridad , porque no les crea controversia , por ejemplo , la cadena causal tomista .
Quien cree previamente en Dios construirá sobre los cimientos de esta idea . Pero quien no cree , no verá la necesidad de levantar ninguna ciudadela intelectual para protegerse .
M.S

oikos-pobierzym dijo...

Ok, M.S.

De todos modos creo que el teísta (el que cree en Dios) tiene una leve "ventaja" sobre el a-teo. El creyente tiene cierta experiencia de la "realidad" y confía en que la misma (su concepción de la realidad) posee un determinado sentido. Este sentido puede ser Dios o remitirlo a Dios.

El no creyente, en cambio, TAMBIÉN tiene que dar una justificación de su ateísmo. Tiene que justificar racionalmente que el universo no tiene sentido (o finalidad), que se reduce a la materia (Materialismo), o que es absurdo (existencialismo ateo).

A lo que voy es que tanto el creyente como el que no lo es de algún modo deben dar razones de sus posturas.

Un abrazo

R.P.

Anónimo dijo...

No entiendo cuando decís Ricardo que el creyente tiene cierta experiencia de la realidad y cree en la misma y el ateo no . Todos tenemos cierta experiencia de la realidad y creemos en ella creyentes o no . Y todos tenemos que dar razones creyentes o no . Aclaro por enésima vez que no creyente en mi caso no es ser ateo sino agnóstico , que es alguien cansado de ver fallas tanto en el razonamiento de los teistas como de los ateos , como el que expuse arriba , y que adopta una posición de extrema prudencia en cuanto a las posibilidades de la razón humana de dilucidar estas cuestiones de la existencia o la no existencia de un Dios . En cuanto a lo del sentido de la existencia creo que lo expuse en el blog de Gabriel todo el año pasado y lo seguiré exponiendo . No creer no significa la visión de un mundo sin sentido , sino todo lo contrario , por suerte los creyentes no son dueños exclusivos del sentido existencial , el sentido se construye todos los días luchando concretamente donde a cada uno le tocó . La diferencia es que los que creen tienen esa mayor certeza interior de su fe , que desde luego ya les cambiaría por un brazo o una pierna . Si tardo un poco en contestar la próxima es porque estoy viajando . Un abrazo . M.S

oikos-pobierzym dijo...

Lo que yo intenté decir; estimado M.S., es que tanto creyentes como ateos tienen que justificar de alguna manera su posición.

Hace unas semanas entré a chusmear un blog que reivindicaba el ateísmo. En el mismo el configurador de ese sitio afirmaba que los creyentes tenían que justificar su creencia, que ellos tenían que demostrar que Dios existe. En cambio los ateos parece que no necesitaban hacer eso.

Contra ese tipo de discursos lo que afirmo es que la negación de Dios también implica un esfuerzo intelectual ya que uno tiene que probar que Dios no existe. Y, obviamente, eso tampoco es fácil..., creo que es más difícil que la posición del creyente porque éste (el que cree) de última tiene confianza en la realidad (o en la limitada experiencia que pueda tener de la misma).

En cuanto a tu posición agnóstica la comparto en parte..., pero da para otro posteo. No obstante, se relaciona con el primer comentario que le hice a Gabriel.

Un abrazo

R.P.

Hugo dijo...

M.S., con todo respeto, tal vez eriges a la razón humana como tu dios, con minúscula, como principio último explicativo de todo. Es una cierta forma de racionalismo, que generalmente está en la base del agnosticismo. Tú me sabrás decir.

El tema del pecado original y del acto creador de Dios con respecto a él es una gran misterio para la razón, no porque sea inentendible en sí mismo(quoad se) sino porque lo es para nosotros (quoad nos).

De aquí que pretender entenderlo con la razón sea problemático y conlleve no pocos dolores de cabeza.

Saludos, Hugo

Anónimo dijo...

Estimado oikos , lleva toda una vida justificar posiciones como la agnóstica . Basta ver las vidas de Russell , Darwin o Popper . Así que en cuanto a dificultades en dar razones todos estamos igual . No le cuesta más al que cree que al que no cree . Yo desconfío de quien pide compulsivamente razones para creer o no creer como en el blog que visitaste , pero si la cosa es amable y tengo ganas , me prendo . Saludos desde un hotspot . M.S

Anónimo dijo...

Hugo , creo en una razón , limitada , pero una . Como no tengo fe religiosa no puedo concebir lo que me dice , que "sólo Dios sabe" . Eso lo pueden concebir los que creen . La razón no es un dios ni nada parecido , es sólo el único medio del que dispongo . Si usted también tiene la fe , me alegro por usted . Saludos M.S

Anónimo dijo...

Podria tener mucha razon, pero santo tomas de aquino se gano mi odio por frases como "Como individuo, la mujer es un ser endeble y defectuoso."
y "El padre debe ser más amado que la madre, pues él es el principio activo de la procreación, mientras que la madre es tan sólo el principio pasivo."

eso

JO dijo...

Hola, quisiera que me explicaran un poco sobre la visión de Tomas en lo que compete a la conciencia moral y la voluntad, la razón
¿cuando se debía oir la voz de la conciencia?

Anónimo dijo...

Hola, me gusta tu reflexión es solo una especie de síntesis copia y pega, pero sin ser copiada ni pegada. Reflexiona. Me da muchísima pena Santo Tomás, como la mayoría de los muchos que se dedican a dar su vida a Dios, se olvidan de sus propias vidas. Cierto es que Tomas era muy listo, pensaba más de lo normal y que ciertas teorías suyas como la teoría del ser tienen su importancia y relevancia durante los siglos de los siglos. Pero como dijo un anónimo en los comentarios anteriores, hay tales frases dichas por el que producen un saco y un no tener ni puta idea de nada y solo de lo que te inresa tremendo; al igual que Platónabriendo puertas nuevas a la filosofía y creyendo que los esclavos estaban bien. Puro interés. A ambos como ha muchos no se les puede considerar filósofos, porque un filósofo piensa en el y en los demás en su conjunto, y estos individuos que han demostrado una alta inteligencia no tenían respeto por nad, han preferido tener amigos imaginarios.

Si Dios existiera, que podría ser porque realmente tiene que haber un acto en toda potencia, y ese hacedor suponiendo que es el y que la potencia creada sea el Big Bang, podríamos afirmar su omnipotencia, pero no su supremacia, pues la supremacia pertenece a la filosofía y no a la teología, simplemente por el mero hecho de que Dios en su sumo ser y esencia, cumple con ciertos movimientos, ya sea en este planeta o en otro, nos escuche o no,, cumple con unos requisitos que nos hagan pensar en su existencia,. Pero no se olvide que estos movimientos divinos De Dios son pura estadística y que por ello, podríamos afirmar que se establece un campo filosófico, por todos esos movimientos que hay podríamos deducir que la filosofía es suprema, debe existir un campo filosófico divino que ordene a Dios y a sus actos, a todos y cada uno de ellos. Entonces, la filosofía sabe todo, la verdad de mi de ti de nosotros y sobre todo De Dios. El problema es que sabemos de la filosofía?